La formación: la gran aliada de la diversidad
La formación: la gran aliada de la diversidad

En los últimos años, muchas organizaciones han dado pasos importantes para integrar políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) en sus estructuras. Se han aprobado protocolos, se han diseñado planes estratégicos y se han publicado comunicados institucionales. Sin embargo, hay un elemento que, con demasiada frecuencia, se relega a un segundo plano: la formación.
La diversidad no solo se construye a través de políticas. Se construye con personas que comprenden, que saben cómo actuar y que integran la inclusión en su forma cotidiana de trabajar. La formación es el puente entre la estrategia y la realidad diaria.
Sensibilizar para transformar
La formación en diversidad, además de ser un instrumento que da cumplimiento a una serie de exigencias legales, presenta un objetivo es más profundo: ayudar a identificar sesgos, generar conciencia y abrir espacios de reflexión.
Cuando una formación está bien diseñada y vinculada a la cultura corporativa, logra que las personas entiendan su papel en la construcción de un entorno más inclusivo. Y ese entendimiento se traduce en cambios reales: en cómo se comunican, cómo lideran, cómo toman decisiones y cómo se relacionan con su entorno laboral.
Por eso, la formación es un pilar fundamental para que las políticas no se queden en el papel.
Un compromiso con respaldo normativo
Además de ser una herramienta estratégica, la formación es una obligación legal en múltiples materias. La mayoría de planes de igualdad entre hombres y mujeres, la normativa sobre prevención del acoso, y el real decreto sobre los derechos de las personas LGTBI exige que las empresas aseguren que toda la plantilla recibe formación en cada una de estas materias.
Un protocolo sin formación es, en la práctica, un protocolo ineficaz. Para que las herramientas de diversidad funcionen, las personas deben saber cómo utilizarlas y sentirse parte activa de ese compromiso.
Este aspecto, además, está cada vez más presente en la actuación de la Inspección de Trabajo: no basta con tener políticas internas; hay que acreditar su implantación real, y la formación es un medio claro y verificable para hacerlo.
Formar con estrategia
No todas las personas necesitan la misma formación ni el mismo enfoque. Para que la formación en diversidad sea efectiva, debe diseñarse de forma estratégica y adaptada:
- Alta dirección: requiere una visión global y estratégica, que vincule diversidad con reputación, sostenibilidad y cumplimiento normativo.
- Mandos intermedios: necesitan herramientas prácticas para trasladar la estrategia a la operativa diaria y saber cómo actuar ante situaciones reales.
- Plantilla: debe recibir formaciones claras, accesibles y conectadas con su realidad laboral.
Además, la formación debe ser continua y planificada, no un acto aislado. Integrarla en la estrategia formativa anual refuerza su impacto y consolida una cultura inclusiva a largo plazo.
Una herramienta que previene y protege
La formación en diversidad también es una herramienta eficaz de prevención de riesgos legales y reputacionales. Las empresas que forman adecuadamente a sus equipos:
- Están mejor preparadas ante posibles litigios.
- Mejoran la convivencia y el clima laboral.
- Generan confianza y cohesión interna.
- Actúan de manera más ágil y coherente ante situaciones delicadas.
Cuando las personas saben qué hacer y cómo hacerlo, se minimizan riesgos y se fortalecen las bases de una cultura laboral saludable y respetuosa.
Por ello, la inversión en formación es una inversión en cultura, reputación y sostenibilidad empresarial.
Las organizaciones que apuestan por formar a su plantilla no solo cumplen con la ley: construyen entornos más sólidos, atractivos y confiables. Un equipo formado entiende mejor, reacciona mejor y colabora mejor.
La formación es, en definitiva, la herramienta que da coherencia a los compromisos y solidez a las políticas.
Un compromiso que se construye
La diversidad no se impone: se construye, se aprende y se refuerza con el tiempo. La formación es el primer paso para convertir valores en acciones y objetivos en resultados.
En un contexto en el que las obligaciones legales son cada vez más amplias y la sociedad exige mayor coherencia a las organizaciones, apostar por formar no es solo cumplir: es liderar con responsabilidad.
En definitiva, la formación en diversidad es el hilo conductor que hace que las políticas tengan un impacto real. Es la herramienta que permite que la cultura inclusiva se consolide de forma natural, día a día, en cada equipo y en cada decisión. Porque cuando las personas aprenden y participan, la diversidad deja de ser un objetivo y se convierte en parte de la identidad de la organización.

Rocío Guerrero Jareño
Manager en el área laboral
CECA MAGÁN Abogados